Sunamis Fabelo
El proceso de empoderamiento de la mujer en Cuba está estrechamente relacionado con el triunfo revolucionario de 1959, debido a las políticas que promovió el Estado encaminadas a lograr una mayor presencia de las féminas en la vida nacional, incluidas las relaciones exteriores. Entre esos logros figuran, por solo mencionar algunos ejemplos: igual salario por igual trabajo, algo que está normado a nivel constitucional, su representación y participación en el Parlamento de la nación y su presencia en los sectores profesionales y en altos cargos de dirección.
La diplomacia revolucionaria está vinculada con la preservación de los principios del derecho internacional, con la defensa de la Patria y del pueblo cubano y con el compromiso que esta tiene con los más desfavorecidos. Es por ello que en su ejercicio resulta esencial comprender la simbiosis que se produce entre la labor diplomática y la esfera pública y científica, con el objetivo de una mayor contribución para apoyar a que una sociedad sea cada vez más sostenible y resistente. De ahí la importancia de la colaboración cubana por ejemplo en materia de salud y el desarrollo de los recursos humanos y la educación, la capacitación de las mujeres y los jóvenes, pilares esenciales para fomentar la paz y estabilidad. Por lo tanto, la diplomacia cubana debe entenderse en un sentido amplio y así también la labor de la mujer cubana en materia de política exterior, la cual puede estar en el ejercicio de la diplomacia desde una embajada, pero también con una bata blanca en un hospital de campaña: ambas contribuyendo juntas a la paz, la prevención de conflictos y la resiliencia.
https://www.cipi.cu/mujeres-cubanas-y-diplomaticas-contribucion-en-el-manejo-y-resolucion-de-conflictos-desde-experiencias-de-las-embajadoras-isabel-allende-karam-y-josefina-vidal-ferreiro/